Las acerolas son unas de mis frutas preferidas. No solamente por
lo deliciosas que son, sino porque me recuerdan momentos mágicos de mi niñez.
Recuerdo estar en el campo en la casa de mis abuelos y comer acerolas con papá, mi abuelo.
Él sabía que mis preferidas eran las verdes, así que siempre me daba varias acerolas verdes, a escondidas de mi abuela, para que me las comiera… Si Tita, mi abuela, nos veía comiendo las acerolas verdes… ya se imaginan la cantaleta.
Cada vez que estoy en Puerto Rico busco acerolas por todos lados, a veces es casi imposible. Ayer, gracias a una amada amiga que me regaló acerolas, volví a mi niñez. Al campo en casa de mis abuelos a sentir esa magia por un ratito.
A veces no necesitamos mucho para recordar buenos momentos.
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