Siempre pensé que mi sabática sería en un país lejano, leyendo y explorando con un café en mano, pero no. La vida construye nuestros caminos y no nos avisa. Y de repente cuando los tenemos frente a nosotros no nos queda más remedio que caminarlos. ¡Aunque cueste!
Siempre vi esa sabática de la que hablaban los profesores en la universidad como ese tiempo para vivir la vida que todos queremos vivir y que a veces cuesta tanto. Jamás pensé que la mía llegaría como llegó…
Por los pasados dieciséis años me he dedicado a mi profesión en cuerpo y alma. Siempre tratando de ser esa maestra que está al día, tratando de innovar en el salón de clases, hacer de los clásicos literarios algo interesante o acercarlos al idioma español y a la cultura latina.
Pero luego de dos años de problemas de salud, innumerables visitas médicas, laboratorios, diagnósticos, tratamientos… dije, ya basta. Mi cuerpo me estaba pidiendo un descanso.
Así que, después de mucho meditar, hablar con la familia y varios amigos, la sabática sería el destino.
Estoy segura que mucha gente pensó que me había vuelto loca al renunciar a mi trabajo, entregar mi apartamento y ponerle una pausa a la vida que llevaba. Pero la realidad es que cuando estás pasando por un proceso de salud lejos de tu familia, tu hogar, tu gente, se vuelve más y más difícil.
El año pasado una querida amiga tomó unos meses y se fue de sabática por Asia… La admiré tanto por hacerlo porque lo necesitaba y era el momento adecuado. A las mujeres profesionales se nos exige tanto y se nos valora tan poco… Las expectativas hacía nosotras son tan altas que… casi son risibles. La idea de poner en pausa nuestra carrera para muchos significa que jamás nos recuperaremos y que será el final… ¿pero qué final?
A lo largo de mis años en la profesión he visto a un puñado de colegas y amigos fallecer, por diversas razones, y siempre me hago la misma pregunta: ¿Qué le habrá faltado por hacer? Y yo no quiero morirme con esa pregunta en el tintero. No es que me vaya a morir pronto, pero… quiero hacer de esta pausa lo mejor para mí. Descansar, sanar, escribir.
Con eso, les pido que se cuiden. Vayan al médico, traten de dormir más y mejor, y sobre todas las cosas busquen la felicidad. Es todo lo que cuenta y es lo que nos llevaremos.
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